Hay lugares que se visitan, y hay lugares que se experimentan. Mompox, o Santa Cruz de Mompox, como formalmente se llama, pertenece a esta segunda categoría. No es un destino que simplemente recorras; es un susurro que te atrapa, una sensación que se adhiere a la piel como la brisa húmeda del Río Magdalena.
Declarada Patrimonio de la Humanidad, Mompox es un viaje en el tiempo. Llegar aquí, cruzando el río en una balsa, ya es una aventura que te prepara para lo que encontrarás: calles adoquinadas, casonas coloniales con balcones de hierro forjado y una calma que invita a desconectar por completo.
Te invitamos a descubrir sus secretos a través de una lista de atractivos que son más que lugares; son experiencias que quedarán grabadas en tu memoria.
Tabla de contenidos
Los Atractivos más destacados de Mompox
Prepárate para explorar un rincón del país donde la historia, el arte y la serenidad se entrelazan en cada esquina.
1. La Calle de la Albarrada
Tu paseo inevitable será por la Calle de la Albarrada. Este largo y fresco corredor, bordeado de casonas coloniales con imponentes portones y balcones de hierro forjado, es el mirador natural de Mompox hacia su río. Imagínate caminando por aquí en el siglo XVIII, viendo atracar las embarcaciones que traían las riquezas del interior del país.
Hoy, es el lugar perfecto para un paseo al amanecer o al atardecer. Siéntate en uno de sus bancos, observa a los pescadores en sus canoas y deja que la brisa te acaricie. Por la noche, la Albarrada se transforma.
Los portones de las casonas se abren revelando talleres de orfebrería iluminados por tenues bombillas, donde los artesanos, herederos de una tradición centenaria, martillean el oro con una paciencia infinita. Es aquí donde sentirás que el corazón de Mompox late con fuerza, entre el rumor del agua y el brillo del metal precioso.
2. Las Iglesias
Mompox es conocida como “la ciudad de los templos”, y con razón. Sus iglesias no son solo lugares de culto; son pilares de su historia y arquitectura.
- Iglesia de Santa Bárbara: Es, sin duda, la más icónica y fotografiada. Su torre barroca, única en Colombia, es un campanario octogonal decorado con balcones y elementos que recuerdan a una palmera. Subir a su torre al final de la tarde, cuando el sol baña el pueblo de tonos anaranjados, es una experiencia casi espiritual. La vista panorámica de los techos de teja, el río y las otras iglesias es simplemente impagable.
- Iglesia de San Juan de Dios: Una de las más antiguas, de una sobria belleza. Su atrio y su interior te transportan a la época de la colonia. Es un lugar de una paz profunda.
- Iglesia de Santo Domingo: Alberga una impresionante colección de arte religioso. Su altar mayor es una muestra del esplendor que vivió la ciudad.
- Iglesia de la Concepción: Con su fachada amarilla y blanca, es otra joya del centro histórico. Visitar estas iglesias te permite entender la profunda devolución que caracteriza a los momposinos y admirar el legado de un pasado de opulencia.
3. El Trabajo de la Filigrana
No puedes irte de Mompox sin adentrarte en su arte más preciado: la filigrana. Esta técnica de orfebrería, traída por los españoles, fue perfeccionada aquí hasta niveles de exquisitez sublime. En talleres como el de Orfebres Don Pedro o Casa de la Cultura, podrás ver a los maestros artesanos trabajar.
Observarás cómo de una lámina de oro surgen, con herramientas rudimentarias y una paciencia milimétrica, mariposas, dragones, flores e insectos de una delicadeza asombrosa. Comprar una pieza de filigrana momposina no es solo adquirir un recuerdo; es llevarte contigo un fragmento de la historia viva de la ciudad, un objeto en el que se concentran siglos de skill, dedicación y belleza. Déjate seducir por el brillo de estas joyas que parecen hechas de aire y luz solidificados.
4. El Parque de Bolívar y la Plaza de la Concepción
El Parque Simón Bolívar (o Plaza Mayor) es el centro neurálgico de Mompox. Rodeado de imponentes edificios como la Alcaldía y el Palacio Municipal, es un lugar perfecto para sentarte a observar la vida pasar. Bajo la sombra de sus árboles, los momposinos conversan, los niños juegan y los vendedores ambulantes ofrecen sus productos.
Es aquí donde Simón Bolívar, en 1812, pronunció su famosa frase: “Si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria”. Puedes sentir el eco de la historia en cada rincón. Muy cerca, la Plaza de la Concepción ofrece una atmósfera más íntima, con la iglesia del mismo nombre como telón de fondo. Por la noche, estas plazas se llenan de un ambiente tranquilo, ideal para tomar un refresco y escuchar los sonidos del pueblo.
5. Un Paseo en Canoa o Chalupa por el Río Magdalena
Para entender a Mompox, debes verla desde el agua. Contrata un paseo en una canoa tradicional o en una chalupa al atardecer. Deslizarte por las tranquilas aguas del Brazo de Mompox te dará una perspectiva completamente nueva de la ciudad. Verás la Albarrada desde la distancia, con sus casonas reflejándose en el agua, y contemplarás cómo la vida gira en torno al río.
Es un momento de una paz absoluta, donde el cielo se incendia con los colores del ocaso y el único sonido es el del motor de la embarcación y la brisa. Es en este silencio acuático donde quizá entiendas mejor la esencia de este lugar: su resistencia, su calma y su profunda conexión con la naturaleza.
6. La Gastronomía: Un Sabor a Tradición
Tu viaje no estaría completo sin probar la comida momposina, una fusión de influencias indígenas, españolas y africanas. Te recomendamos dejarte tentar por:
- La Mojarra Frita: Un plato sencillo pero delicioso, pescado frito crujiente, casi siempre servido con patacones y arroz de coco.
- El Queso de Capa: Un queso salado típico de la región, que se come solo o como acompañante.
- Los Dulces Tradicionales: En las panaderías y dulcerías del pueblo, encontrarás delicias como las alegrías (de ajonjolí), panelitas de leche y cocadas.
- El Bocachico Frito o en Viudo: Un pescado de río emblemático, preparado frito o en un guiso sin agua (de ahí el nombre “viudo”).
Mompox no es un destino para prisas. Es un refugio para el alma, un libro abierto de historia, un taller de arte vivo. Es un lugar que te recibe no como un turista, sino como un visitante al que quiere mostrarle que hay otra forma de existir, más pausada, más auténtica, más humana. Ven con los sentidos abiertos y permítele a Mompox contarte, a su manera silenciosa y elegante, sus secretos eternos.